Aún brilla alto el sol, los invisibles vellos de la piel de ella se erizan.
La tentadora brisa recorre inquieta las colinas, alcanza rincones insospechados, escribo cauto, temo ser atacado;
finalmente estoy solo en la oscuridad de mi mente. La velada luz de un testarudo cerillo brilla fuerte, refleja curiosas sombras todo alrededor; danzan inquietas, dueñas de una saqueada vida.