sábado, abril 22, 2017

En tu Jardín





Soy la planta más seca del jardín,
la savia cristalizada a lo largo de la varilla de mi tallo,
es el desangrar autoinfligido de la esperanza, del ensueño.


Era de noche,
la Luna brilla alta,
crea sombras insospechadas, azules.
Mi sombra sobre la tierra no es más que una larga y entrelazada linea de intentos suicidas.

La consciencia en esta estática noche, despierta,
veo el horizonte con claridad, el deseo el anhelo que siento y sentí.
Pero al intentar percibir mis raices bajo tierra,
no hay nada más que secas varillas destinadas a convertirse en polvo.

No recuerdo la última vez que fui regada,
y aunque de alguna manera no me arrepienta de haber sido plantada en este jardín,
muero de sed, muero.

Y por sobre la tierra yo,
el despojo de lo que fue una verde y rebosante vida,
por mucho tiempo se enfrentó a una austeridad descontrolada, destructiva,
sabía que era toda culpa mía,
que no tenía las fuerzas de rogar por algunas gotas de agua,
llegué a este punto dandolo todo, dando más de lo que tenía, no habia nada más, dar más no podía.

Miré al cielo rogando por misericordia, por alguna nube bondadosa,
pero El Amanecer ya cerca me obligó a enfrentar la realidad.
El primer rayo que alcanzó el esqueleto de mi figura se sintió como fuego.
El insoportable dolor se hacía solo más intenso y con el tiempo llegó al punto de arrancar mi alma de esos secos leños.

Flotando en los cielos veía mis restos convertirse en polvo, observé como el viento los llevaba lejos y de mi no quedaba más que ausencia y un espacio vacío.

En los cielos pensé que la brisa del Viento se sentía realmente bien.


El Mitòmano


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