Perdió el
equilibro; Manuel Alejandro (sì, escucharon bien, Manuel Alejandro) sonrió
mientras algo afloraba en su conciencia, un recuerdo se encendía bajo la luz
fatua de la Luna; no es suficiente escuchó a alguien decir y así él también lo creía,
pues se cuestionaba la realidad de tan inusuales y enigmáticos eventos, estos
juntos, habían sistemáticamente derribado una monumental y pues irreal pared,
que en algún momento él, en un arrebato de atolondrado heroísmo decidió
levantar.
Ahora sentado en
la orilla de un río comía anticucho (sì, escucharon bien, anticucho), saboreaba
aspectos de la vida que no era capaz de representar en su mente y en efecto,
aunque no lo admitiera, apenas comprendía.
Analogías... repetía saboreando la realidad y retomando su camino sabía lo que no debía olvidar, por lo que debería persistir, le encantaba la idea, le seducía la memoria, tiempo no le faltaba.
Analogías... repetía saboreando la realidad y retomando su camino sabía lo que no debía olvidar, por lo que debería persistir, le encantaba la idea, le seducía la memoria, tiempo no le faltaba.
Perdió nuevamente
el equilibrio y cayó al río.
Bajo el agua, se enteró
que la luz del río era muy distinta a lo que había imaginado, la corriente lo
arrastraba caprichosa por lugares que quería él viera y él sin resistirse observó, tímido como un niño observa el mundo detrás de las faldas de su madre... él observó.
Una visión se extendía por miles
de nudos, en ese silencioso y casi etéreo mundo submarino donde la realidad se
mezclaba con un sueño, hermoso, alcanzó a pensar bajo el agua.
No sentía más frío
y el sobrecogedor aliento de la vida misma lo exhortaba a seguir avanzando; en la orilla, al
abrir los ojos después de una acuática historia que aún tenía que ser algún día
relatada, tomò a cuenta como el agua turbia nunca lo había sido realmente, recordó cuán
grande es Dios.
Manuel Alejandro
sentado sobre un lecho de hojas admiraba la manera en que el río seguía su
caudal, ni el tiempo ni el horizonte parecían detenerlo.
El Hacedor de Máscaras
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2 comentarios:
¿Quieres decir que la vida es una analogía de anticucho? Jaja
Jaime
La parte del anticucho es el recuerdo de una experiencia nueva, el simbolismo de algo que temía hacer.
Gracias por el comentario!
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