lunes, agosto 19, 2013

Un bosque



En la oscuridad Arlequín no vacila, se adentra hacia lo desconocido, palpita un corazón parchado.

Tiene la impresión de moverse en un bosque, hay ramas que rasgan sus ropas, otras le arañan el rostro y a todo esto ¿determinado a qué?

Al fondo la Luna, ¡sí, eso ha de ser! exclama extasiado, entonces sigue su camino entusiasmado, imaginando el llegar, olvidando el volver; es un sueño dicen al verlo, pero Arlequín siempre fue el absurdo loco del grupo y a nadie realmente le importó lo que hiciera.

Se ve tan lejana piensa sin un gramo de cordura.

Te tragará la oscuridad, oye él de pronto en algún lugar, reconfortante el dolor, tentadora la caricia responde al primero otra voz, pero Arlequín no vacila y sigue.

Amarga era la sensación que dentro de él iba creciendo pero de avanzar no paraba, caminaba y otras veces se arrastraba entre la fría tierra de un arisco bosque sin viento, sin vida, uno que terminaba castigando cada paso que daba, cada metro que de este descubría.

Finalmente más asqueado que agotado se detuvo, no pudo quitarse la sensación de que nunca debió haber entrado, observó como sus manos en ramas se habían convertido y savia empezó a salir de sus ojos mientras completamente estático finalmente se quedó.

Y si lo seguían nunca lo supo y si alguien quiso rescatarlo nunca lo encontraron.

En la oscuridad dos obsesivos ojos se agitan en todas las direcciones, observan.

Queman el bosque tiempo después, no quedan más que cenizas y quizás este bosque nunca más que solo eso desde un comienzo había sido.

Arlequín

Este texto tiene derechos de autor © Copyright: Todos los derechos reservados. 
Las imágenes son extraídas de buena fe. Si el autor de la imagen tuviera derechos de autor prohibiendo su utilización,
solo con solicitarlo, será retirada de inmediato.

No hay comentarios: