Perdió el
equilibro; Manuel Alejandro (sì, escucharon bien, Manuel Alejandro) sonrió
mientras algo afloraba en su conciencia, un recuerdo se encendía bajo la luz
fatua de la Luna; no es suficiente escuchó a alguien decir y así él también lo creía,
pues se cuestionaba la realidad de tan inusuales y enigmáticos eventos, estos
juntos, habían sistemáticamente derribado una monumental y pues irreal pared,
que en algún momento él, en un arrebato de atolondrado heroísmo decidió
levantar.