jueves, agosto 23, 2012

Tú, Ella




Humedeciste tus labios, recuerdo claramente esa traviesa mirada.

Me despertó la brisa de esa fría mañana, la visión aún latía en una conciencia trastornada; no habías sido una alucinación. La fresca corriente entraba curiosa por la ventana, la olvidó abierta en su prisa, en su huida; a través de las cortinas distraído observaba la ruta de escape, intentaba recordar, ávido, impaciente.

Creí conocer su nombre pues había visto antes aquel rostro, desafortunadamente no se trataba de la misma persona.
Una palabra surgía en mis pensamientos, "ideal" susurré aún sin haber nadie a mi alrededor.

La inventaré en una historia mezclada con el recuerdo, mezclada con su mirada, con su beso.

Dejaste de ser una criatura vulnerable, sabes muy bien cómo obtener lo que quieres, descubriste mucho antes que yo cuán caprichoso es el tiempo.

Femenina, manipuladora, dueña de ti misma, ama de mis deseos.

Intuyes como obligarme a ceder, derrotas la razón con una caricia, alientas mi libertad sin alejarme de ti.
Tu silencio basta como soledad, tu mirada enriquece mis horizontes, cuando parto sabes muy bien que siempre volveré, tú eres mi único puerto y yo tu solo explorador.

En la oscuridad me provocas, para callarme apoyas tus delgados dedos sobre mis labios, aprendiste como mejor hacerlo, sabes cuándo ambos necesitamos el silencio.

Seduces mi voluntad, me obligas a escucharte; también escuchas, pues sabes que así alegrarás mi antojadiza alma, al final tú siempre ganas.

¿Cuál es tu capricho mi Reyna? soy tu víctima.

Y cuándo la tristeza se pone, la reconoces a través de mi siempre incondicional sonrisa; no pides explicaciones, dejas que lo resuelva para felicitarme cuando al final victorioso te cuento de mis hazañas; soy un hombre, lo sabes bien.

Brillarás siempre en mi cielo querida Luna, la efímera belleza nunca por tiempo decaerá en nuestros ojos, enamórame cada día con tu sonrisa, tu caricia, tu perfume, el prístino brillo en tu existir.

El Aire se hace cálido, me invita a volver; dejaré la ventana ligeramente abierta durante las muchas noches después de esta.

Regresa Soledad.

El Mitòmano


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