Humedeciste tus labios, recuerdo
claramente esa traviesa mirada.
Me despertó la brisa de esa fría
mañana, la visión aún latía en una conciencia trastornada; no habías sido una alucinación. La fresca corriente entraba curiosa por la ventana, la olvidó abierta en su prisa, en su huida; a través de las cortinas distraído
observaba la ruta de escape, intentaba recordar, ávido, impaciente.